Lo que está ocurriendo con el caso de la joven asesinada y luego arrojada en una alcantarilla -Jessica, 19 años, en Santa Rita- es el ejemplo claro de porqué NO es conveniente publicar las fotografías ni los nombres completos de sospechosos de un crimen, hasta tanto una investigación policial seria, y la propia justicia, den con los verdaderos responsables.
En este caso hubo un joven de 22 años preso desde las primeras horas posteriores al crimen. Sin embargo, las investigaciones policiales apuntaron después a integrantes de un grupo musical brasileño. Y, ahora, en un nuevo giro “hay otros sospechosos”…
Tanto en el caso del joven detenido como del grupo brasileño, la prensa –amparada en la “investigación” policial– publicó sendas fotografías. Incluso, un lapidario titular muy concluyente: “Asesinada en el bus de la banda musical”. Los medios empezaron a especular incluso con el hecho de que los integrantes de la banda musical, no podrían ser juzgados en Paraguay: Debían ser juzgados en el Brasil.
Como siempre sucede, la policía detiene a alguien y la prensa accede a la información y se regodea con la noticia, exhibiendo fotos, vídeos y todos los datos del aprehendido. Si ya la policía es poco seria para exponer a simples sospechosos ante los medios, los medios contribuyen con la falta de seriedad al divulgar las imágenes y los datos.
Este es otro asunto en el que, desde los medios, se debería empezar a debatir.En algunos países, los códigos deontológicos determinan que no se deben publicar fotografías de simples sospechosos, como tampoco sus nombres y apellidos completos. Se utilizan las iniciales. Y se censuran los rostros de los investigados. Hasta tanto, sean condenados por un tribunal.
En esta política de la prensa de países europeos, imperan algunos conceptos jurídicos universales, como la invasión a la intimidad y, sobre todo, la presunción de inocencia.
Se recomienda especialmente extremar cuidados en los asuntos de detención policial, obviando la mención íntegra de los nombres. El argumento es tan simple de entender, que no se puede concebir cómo es que se sigue abusando de la exposición pública: La detención no implica imputación ni culpabilidad. Y porque, muchas veces, desde los medios no se hace el seguimiento de la noticia y resulta que el sospechoso dejó de serlo pero quedó condenado con su nombre, sus apellidos y su fotografía en las páginas de los diarios.
Hay que asumir que la identidad está en el nombre, pero también en la imagen.
No es fácil, se sabe. Hay discusiones. Pero como alguien siempre publica los nombres y las fotos, el resto se excusa en ese pretexto y también los publica. El daño puede ser enorme: Se entiende que la publicación fomenta la sensación de culpabilidad. Y la condena social, no tiene jueces imparciales.
Las prevenciones más inteligentes son las de dar los nombres solo con iniciales. O simplemente, no darlos.
Josep Rovirosa, defensor del lector del diario La Vanguardia, de Catalunya, comenta: “En un estudio hecho por cuatro universidades españolas sobre La ética periodística vista por los ciudadanos (UOC, 2010), Carlos Maciá señala que algunos ciudadanos “consideran más duros los juicios de la sociedad que los judiciales” y que la prensa entra en el juego del sensacionalismo. Quizá sea verdad. Pero mientras se aclara el debate, la prensa de calidad debe evitar las contradicciones y, en palabras del profesor de Derecho Constitucional Abraham Ortega, ser “una garantía democrática para el procesado y para la acusación” (Juicios paralelos y Constitución, revista Ámbitos, 6)”.
No se trata solo de acceder al derecho a la información. Sino del derecho más amplio de toda la ciudadanía. En palabras de Francesc Barata, en su ensayo “La devaluación de la presunción de inocencia en el periodismo”, sostiene: “Se defiende la idea de que el derecho a la información tiene que ser respetuoso con los derechos de toda la ciudadanía, incluso de la que está sometida a un proceso penal. Las demandas informativas no pueden devaluar los derechos fundamentales, ni crear juicios paralelos. Encontrar un equilibrio entre la información y las garantías procesales continúa siendo un reto pendiente en la actividad periodística”.
El caso de Jéssica, donde la información va cambiando varias veces en un mismo día, es en estos momentos la expresión más cercana de lo alejado que estamos en el Paraguay de ese respeto necesario.
Y si se trata de que estamos ante vacíos legales, llenemos ese vacío con sentido común.
OBSERVACIÓN:
Publicado en mi perfil de Medium el 19 de mayo del 2016
https://medium.com/@HugoVigray/la-polic%C3%ADa-y-la-prensa-contra-la-presunci%C3%B3n-de-inocencia-a2a856565dc4#.4oodroyu5