Asumo que a veces me cuesta entender al mundo. Y, aun sabiendo que somos muchos los que no entendemos ciertas cosas, lo asumo en singular para no comprometerlos (?).
Pero veo que hay una gran polémica por las bailarinas del carnaval encarnaceno que cerraron con su algarabía un congreso sobre vialidad que incluyó a varios municipios donde a Encarnación le tocó ser anfitriona.
El domingo, se viralizó por whatsapp el video con un error sustancial en la información: se dijo que era una apertura de sobres en una licitación del MOPC.
Y no. Como ya se aclaró luego: fue un congreso de vialidad con la participación de varias autoridades comunales del país, organizado por una asociación del sector privado, con participación del ministerio de obras.
La idea de los encarnacenos, fue un breve homenaje a los presentes con su atractivo turístico mayor: el carnaval.
Pero, acaso por la mala interpretación inicial, la discusión en las redes, fue subiendo de tono y muchos de nuestros pensadores y representantes criollos están compartiendo el video y una senadora exige al ministro de obras que pague la fiesta de su bolsillo y no con el dinero de los contribuyentes. Su posteo en Facebook tiene cerca de 19 mil compartidos, hasta ahora.
Y aunque se aclare que la idea no fue del MOPC –por ende tampoco los gastos del “corso”– y sí de la Municipalidad de Encarnación, se sigue sobre el tema, criticando la “idea del MOPC”.
Las críticas van desde el malgasto de nuestro dinero, a la cosificación de la mujer, un tema que personalmente critico siempre. Para ponerlo más claramente, soy un cuestionador de la cosificación de la mujer en cualquier plataforma: Publicitaria, comunicacional, política, nambré.
Pero a propósito de estas cuestiones, recordé aquel episodio de Greenpeace cuando una bailarina y reina del Carnaval de Gualeguaychu irrumpió frente al escenario donde estaban posando para la foto oficial todos los mandatarios de la “Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe”.
¡Un momento por demás oportuno! Apareció con su diminuta vestimenta de carnaval, esto es apenas las plumas y las lentejuelas. Fue en el 2006.
Evangelina Carrozo, que así se llamaba aquella belleza, paseó su atractiva figura frente a todos los presidentes, con un cartel contra una planta de celulosa, la papelera Botnia, que se estaba instalando de lado uruguayo a orillas del Río Uruguay con un cartel que decía “No pulpmill polution. No a las papeleras contaminantes”.
La protesta, organizada por la oficina de Greenpeace Cono Sur (Argentina, Paraguay y Uruguay), tuvo por objetivo reclamar una solución al conflicto que mantenían los gobiernos argentino y uruguayo sobre la planta de celulosa, mediante la adopción de un Plan de Producción Limpia que contemple relocalizar las plantas de la española ENCE y la finlandesa Botnia y una tecnología de blanqueo totalmente libre de cloro.
Asumo que hay una diferencia importante entre un reclamo y la promoción de un atractivo turístico.
El mundo aplaudió de pie la iniciativa de Greenpeace. Y no se habló de cosificación de la mujer y esas cosas. Pero la promoción de un evento turístico es todo lo malo que nos puede pasar. Un dato no menor, es que en Encarnación, las bailarinas son representantes -como dicen allá- "de familias" y no “representantes de la degradación moral”, según se lee en los comentarios.
Ah, de paso: A mí el carnaval y su jolgorio no me dicen nada. Aquí, en Rio de Janeiro o Gualeguaychú. Pueden hacer lo que quieran con su carnaval.
Pero me cuesta entender esto, sí.
Lo peor que he visto y leído, en el caso de las bailarinas de Encarnación, es que aun habiéndose aclarado el entuerto, algunos persistan en el error.
Y eso también me cuesta entender.